jueves, 28 de diciembre de 2006

ROSA NEGRA

No elegí venir al mundo,
no soy parte de sus reglas,
soy atisbo del demonio,
no soy pobre, ni tragedia.

Soy la estrella del elenco,
la preciada rosa negra;
la que traga los abrojos,
y se beben con el néctar.

Es el mundo esta secta,
de profana absolución,
y en su cínica función,
mi guión está en oferta.

No soy carne del enjambre,
los que comen de la suela,
los que sangran el sustento,
los que moran bajo tierra.

Ellos viven de quimeras,
la plegaria, sus lamentos;
con vergüenza de esperpento,
despojados de esta fiesta.

Yo venero a otro Dios,
al de oro y al de perlas...

El que rige este mundo,
el que absuelve o me condena;
el que encumbra un apellido,
y en vejámenes lo tienta.

El dinero es la materia,
y es la fuerza de mi voz;
prepotente condición,
de mi alma harapienta.

No me aterra su dilema,
ni me culpo por la pena;
ya muy poco me desvela,
de su origen vincular.

Una gracia singular,
con alquímico desborde,
roba lágrimas del pobre,
y hace copas de cristal.

Y en la sangre del tendal,
o en la náusea del consorte,
yace inerte mi renombre:
El antojo es de los nobles,
mi entrañable cualidad.

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