jueves, 28 de diciembre de 2006

MANDATO PREPOTENTE

No temo a la muerte por vil cobardía.

Le escapo a su olvido, le temo a la nada,
me aterra el destierro, (el don que arrebata);
la vida susurra con grito estridente,
y es pese a que aturde, que ansío escucharla.

Le temo al silencio, y es ese su espanto,
hay algo en su canto, (destino que advierte),
la vida es quien calla...si habla la muerte.

Designio siniestro que todo lo arrasa,
oculto misterio que nadie delata,
le robas al tiempo mil horas de magia,
al llanto el consuelo, al ego su talla.

Nada queda tras tu paso...yo condeno tu osadía,
vi mil veces tu herejía despojarse de la culpa.

Vi tu mueca en una guerra, en tu rostro la inclemencia,
tiesa euforia en la desdicha, la verdad omnipotente;
tu amistad con la miseria, tu advertencia desmedida,
los despojos tras tu paso, tu impaciencia en la agonía.

No es mi miedo cobardía, (vi tu rostro entre los vivos),
no le temo ya al destino, ni a las tretas de la suerte,
aborrezco tus designios, lo que robas de la gente,
tu llamado anticipado, tu reclamo sin sentido.

Lo inmutable de tu signo.

Tu mandato prepotente.

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