Ella vive de prestado,
Ethel mora en un espejo;
Tan cansada del lamento,
tan vejada de implorar.
Esta náusea vincular,
crea jueces entre necios;
los ausentes al desprecio,
tienen pena capital.
Su deceso repentino,
fue otro drama no casual;
la razón de este arsenal,
fue su halo vulnerable.
Burdo agravio detestable,
tonto absurdo sentimiento;
loco y noble testamento,
inmolado en los demás.
Y en sus restos, (el criterio),
vio en la sombra un refugio,
nadie nombra su artilugio,...
¿Quién repara ya en su mal?.
Hoy sus ojos brillan más,
la simbiosis fluye dentro;
desvaríos de un tormento,
que el desorden deja en paz.
La cordura lleva un nombre,
y bautiza un fundamento:
La verdad es un precepto,
que entre dueños viene y va.
Y a sus ojos, como alumbra,
en el modo fue imperfecto,
lo perfecto está en su drama...
Que a la inversa da el compás.
jueves, 28 de diciembre de 2006
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