jueves, 28 de diciembre de 2006

INFANTICIDIO

Quien no pudiera...volver en el tiempo,
tocar lo intangible, viajar en lo etéreo.

Tomar esas horas, robarles su aliento,
(aquellas de niño), de a sorbos y en trance.

Un viejo legado, de miel y de sueños,
lejano a un presente de ignotos percances.

Fue un día de adulto y atrás en el tiempo,
con ecos de hombre, que el frágil semblante,
quedó en el pasado, dejó de esperarte,
lloró por tu infamia...tu infancia dejaste.

Quien no pudiera, volver a esa calma,
eternos instantes de noches templadas.

La noche arrullaba, tentando a los sueños,
y el sol se marchaba, (decía el poniente),
por miedo a una luna...de parco semblante.

Debajo del mueble rompía el silencio,
a veces vibraba con suaves acordes,
susurros nocturnos de grillos y hadas,
milagro en penumbras, de un mago sin nombre.

El cielo se alumbra con brillo de estrellas,
la vida por bella se colma de encantos,
la vida sorprende, (y es grande la euforia),
la vida es la gloria, es larga,...y es tuya.

-¿Qué arrulla a ese adulto de noche en su almohada?.
-¿Qué sabe de grillos, de estrellas y hadas?.

La ingrata cadena de hastío y desgaste,
golpea en el alma, (y es franco su embate);
las noches sin luna cambiaron los miedos,
hoy rondan fantasmas de carne y de hueso,
a veces son lechos, de pena y de lastre.

Atrás en su templo quedaron las hadas,
el don de lo bello, el grillo y la calma.

Acá en el tiempo perdura una llama,
hay algo en tu alma que vibra en silencio,
y es eso que llora tu trémula infamia.

Cenizas de un fuego que el viento no arrastra,
un dulce lamento de sabia nostalgia.

La esencia sagrada, (tu infancia que llama),
tu esencia de niño...buscando su magia.

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