jueves, 28 de diciembre de 2006

“Pichincha”, fin de siglo.

(Rosario, 1920, esplendor y caída
de su barrio prostibulario.)

La memoria y tu quimera,
fue un desvelo del pacato.

Y en tu insulto a su recato,
con escrúpulo y condena,
en el bronce o en la piedra,
quiso un prócer su lugar.

Locos años de opulencia,
de madamas y de juergas,
tan plagados de suburbios;
drama turbio de tu jerga.

Sacramento de un distrito,
del vitral y los espejos,
clandestinos y quilombos,
la pupila, el proxeneta.

Y entre sórdidas bellezas,
fue a la luz del candelero,
que un tumulto camorrero,
le dio vida a tu ritual.

Esplendores de un lugar,
pasajeros de otro tiempo.

Hoy la excusa del progreso,
fue un museo terminal;
en las vías de Sunchales,
los andenes son desiertos...

Mora impávido el silencio,
en la herrumbre de su hangar.

Una feria del destiempo,
vende bártulos sin fecha;
gris de sombra, su epopeya,
fue una fiesta fantasmal.

Esplendores y un final,
de los hijos de tu tiempo;
en las plazas, hoy son viejos,
más de un siglo demorados.

Y en sus cuentos sin asfalto,
jubilados de tu historia,
con amnesias de memoria,
guardan glorias de rufián.

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