jueves, 28 de diciembre de 2006

EL PERFECTO BUFON

Siempre elijo a los amigos,
en mi círculo de fiestas.

Por la estampa de su nombre,
por la marca de su coche,
por el sello de su estirpe,
por el tope de su cuenta.

Y si elijo a mi consorte,
quiero plástico en sus venas.

Dos neuronas, silicona,
su figura en evidencia,
un gran padre argentino,
(tradición con billetera);
un trofeo voluptuoso,
que se exhiba cuándo beba.

Si se colman mis deseos,
ofertando algún amigo,
los negocios, son negocios,
y es preciso estar despierto:

Son cien años de perdón,
y unos pocos con los vivos.

-Ah, de la familia...
¿Quién elige a sus parientes?.

De mi tata no se nada,
su recuerdo es muy artero.

Hay quien dice que está vivo,
-que revuelve basureros,
-que hizo madre a la sirvienta,
-que en el Congo es panadero.

Y mi hermano es un misterio,
(su existencia es mi condena);
puso piedras en mi suela,
y a mi madre en el loquero.

Fue la Doce del geriátrico,
otro impávido desvelo...

Fue una pluma en la palma,
y el legado de mi abuelo.

Si soy sordo, (no soy ciego),
algo intuyo en su palabra,
yo no sé si es por amor,
o mi cuota el sermoneo.

Su presencia es una sombra,
la que siempre me apuntala,
me desviste ante todos,
me revuelca por el suelo.

Solo tengo un anhelo,
(algo fuera del dinero):

Un jocoso epitafio,
una lápida de hielo,
y su busto en una plaza,
pa´retrete del vencejo.

Pese a todo, no me aterro;
los conflictos de la infancia,
justifican mis anhelos,
me protegen de la culpa,
me dispensan de la injuria,
privilegios de un buen nombre...

Maravillas del dinero.

Lo que es mío siempre aburre,
y es que valgo, porque tengo....

Más, no me aflijo por los pobres,
pues mi ego se descarga,
cuándo tiro de la soga...
La que tensa en sus cuellos,
con desguellos del anhelo.

Y en su estúpida templanza,
me presiento omnipotente.

Aunque esconda un impotente,
que se sirve de otros sueños.

YO SÉ TODO, YO CRITICO,
YO SOJUZGO...”YO CONDENO”.

En mi cetro regalado, devenido en verdugo,
soy absurdo y despiadado, un cortés maleducado;
tiburón de un mar oscuro a la espera de su presa,
el del móvil y la agenda, en perfecto disimulo.

Soy patrón de mi piara, un buen amo de la inquina:

Tengo a madre internada, (hay quien dice, sigue viva),
y a mi escuálida consorte, encerrada, (por si acaso),
a la par del viejo escudo en mi trémula vitrina.

Soy el necio con dinero, el magnate de la envidia,
un desvelo de perfidia con remilgos de usurero.

Pese a todo...

Un resabio de amargura me separa de la calma,
mi analista y una bruja, con prudencia me advirtieron:

“Ten cuidado buen señor, del despecho en la alabanza,
esa estampa que te mima, ya no oculta tu secreto,
si por fuera brilla el oro, tu miseria va por dentro”.

Porque esta es mi vida, y en el fango me revuelco,
mis bajezas tienen clase, (y de nada me arrepiento),
la riqueza crea al hombre, lo define por entero,
y aunque a muchos perjudique...es así como la ostento.

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